domingo, 3 de agosto de 2014

JONÁS. CAPÍTULO 2.



En el vientre de la ballena

2 1El Señor envió un pez gigantesco para que se tragara a Jonás y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días con sus noches. 2Desde el vientre del pez, Jonás rezó al Señor, su Dios:
3«En el peligro grité al Señor y me atendió,
desde el vientre del abismo
pedí auxilio y me escuchó.
4Me habías arrojado al fondo, en alta mar,
me rodeaba la corriente,
tus torrentes y tus olas me arrollaban.
5Pensé: Me has arrojado de tu presencia;
¡quién pudiera otra vez ver tu santo templo!
6A la garganta me llegaba el agua,
me rodeaba el océano,
las algas se enredaban a mi cabeza;
7bajaba hasta las raíces de los montes,
la tierra se cerraba para siempre sobre mí,
y sacaste mi vida de la fosa,
Señor, Dios mío.
8Cuando se me acababan las fuerzas,
invoqué al Señor, llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo.
9Los devotos de los ídolos faltan a su lealtad;
10yo, en cambio, te cumpliré mis votos,
mi sacrificio será un grito de acción de gracias:
'la salvación viene del Señor'».
11El Señor dio orden al pez de vomitar a Jonás en tierra firme. 

Explicación.

2,1-2 Después de la tormenta marina, que frena el viaje de Jonás, el Señor despacha un pez gigantesco que lo conducirá en el viaje de vuelta. El Señor se sirve incluso de elementos hostiles para realizar sus planes. En el plano narrativo el autor nos invita a imaginar un pez, masculino o femenino (2,2) de proporciones tales que puede cómodamente deglutir entero a un hombre. Así lo han imaginado ingenuamente comentaristas antiguos y lo han representado infatigablemente los artistas. En el plano simbólico ese pez devorador (Sal 69,16; Prov 1,12) es el "sheol" (3), la "fosa" (7), de la cual lo "extrae vivo" el Señor. Para un lector del AT equivale a una vuelta a la vida (cfr. Dt 32,39); un lector del NT lee una imagen de la resurrección a la luz de Mt 12,39s y Mc 8,12. 

2,3-10 El salmo, aunque compuesto con vocabulario y fraseología de otros salmos, tiene identidad propia. La súplica describe un movimiento de bajada, hasta el fondo, las raíces de los montes, y de subida hasta el "santo templo". Un par de rasgos realistas, oleaje y algas, se mezclan a los fantásticos. 

2,3 Véanse Sal 120,1; 31,23 Y 116,1. Insiste en el verbo "gritar". 

2,4 Véanse Sal 69,3.16; 42,8. 

2,5 Véanse Sal 31,23; 5,8; 138,2 Ser arrojado de la presencia divina responde al intento inicial de alejarse del Señor (1,3). 

2,6 Véanse Sal 69,2s; 18,6; 116,3. 

2,7 Véanse Sal 103,4; 30,4. En lo más profundo comienza el movimiento ascensional, con el verbo "hacer subir". 

2,8 Véanse Sal 143,4; 88,3. El "santo templo" puede ser el de Sión, lejano ahora del mar, o el celeste. 

2,9 La frase es ambigua: puede ser la lealtad debida al Dios verdadero o la practicada en las relaciones humanas. El contexto favorece lo primero. Ahora bien, los ninivitas veneran ídolos vanos; ¿de qué vale su religiosidad? 

2,10 Véanse Sal 116,17s; 3,9. La profesión de fe se ensancha: el Dios cósmico es el Salvador (Is 12,2s). 

2,11 La tierra firme es por ahora salvación (cfr. Sal 18,17-20). El cetáceo cumple las órdenes sin muchas contemplaciones (cfr. Jr 51,34).

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