domingo, 3 de agosto de 2014

JONÁS. CAPÍTULO 1.



En el barco
1 1EI Señor dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay:
2-Levántate y vete a Nínive, la gran metrópoli, y proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí.
3Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor.
4Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, se alzó una furiosa tormenta en el mar y la nave estaba a punto de naufragar.
5Temieron los marineros y cada cual gritaba a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
6EI capitán se le acercó y le dijo:
-¿Qué haces dormido? Levántate y grita a tu Dios; a ver si ese Dios se compadece de nosotros y no perecemos.
7Y se decían unos a otros:
-Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.
Echaron suertes y le tocó a Jonás.
8Le interrogaron:
-Dinos: ¿por qué nos sobreviene esta calamidad?, ¿cuál es tu oficio?, ¿de dónde vienes?, ¿cuál
es tu país?, ¿de qué pueblo eres?
9Les contestó:
-Soy un hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.
10Atemorizados, aquellos hombres le preguntaron:
-¿Qué has hecho?
(Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado).
11Le preguntaron:
-¿Qué hacemos contigo para que se nos calme el mar?
Porque el mar seguía embraveciéndose.
12El contestó:
 -Alzadme en vilo y arrojadme al mar, y el mar se os calmará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta furiosa tormenta.
13Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían porque el mar seguía embraveciéndose.
14Entonces invocaron al Señor:
-iAh, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una
sangre inocente! Tú, Señor, puedes hacer lo que quieres.
15Alzaron en vilo a Jonás y lo arrojaron al mar, y el mar calmó su furia.
16y aquellos hombres temieron mucho al Señor. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. 

Explicación.

1 El primer episodio emplea una disposición concéntrica artificiosa; su esquema es ABCDFG N GFDCBA. 

1,1 El nombre y apellido del profeta aparecen en 2 Re 14,25 como anterior a Jeroboán II (782-753). La mayoría de los comentaristas antiguos, no todos, tomaron el dato y el libro como histórico. El nombre suena a oídos hebreos como Paloma hijo De Veraz, y así resulta el primer Colón = Colombo de la historia. El comienzo del libro es claramente profético. 

1,2 Primera sorpresa del libro. Un profeta de Israel enviado a la capital del imperio agresor y expansionista. Menos mal que el mensaje suena amenazador, como el de Gn 18,20-21; pero ahí está precisamente el grave peligro. 

1,3 Segunda sorpresa, no tan grave: el profeta hace exactamente lo contrario de lo mandado. ¿Razón? El narrador no la adelanta, nos deja con la sospecha genérica del miedo (cfr. Jr 1,17-19) Para otras huidas véanse Am 9,1-4; Sal 139; 1 Re 19. Se supone que Tarsis se encontraba en alguna costa del Mediterráneo occidental. 

1,4 Los vientos son "ministros" de Dios (Sal 104,4), y la tempestad suele ser teofanía o manifestación divina. "Lejos": porque el Señor mora en Sión. 

1,5 El autor empieza a jugar con el contraste entre los marineros, lúcidos y decididos, y el profeta, inconsciente. El verbo "temer" irá cambiando de significado para jalonar el desarrollo: comienza como simple miedo, terminará como reconocimiento del Señor. 

1,6 Sin querer, repite el capitán dos palabras del Señor: "levántate y grita / proclama". Su postura es honradamente politeísta. 

1,7 Al fallar las plegarias, la tripulación conjetura que por culpa de algún criminal presente sucede la desgracia y decide aplicar el procedimiento acreditado en la época: véanse Jos 7; 1 Sm 14 y el principio en Prov 16,33. 

1,8 Designado el culpable, se abre el interrogatorio. Es curioso que entre las cinco preguntas falte una: ¿qué has hecho? A juicio del lector las más importantes son: ¿de dónde vienes?, ¿cuál es tu oficio? 

1,9 Por eso sorprende la respuesta, que sólo confiesa nacionalidad y confesión religiosa; ésta en términos inteligibles para los marineros y adaptados a la situación. 

1,10 Inversión del orden cronológico para introducir la pregunta clave: ¿qué has hecho? El temor de los marineros es ahora el temor numinoso frente al Dios de Jonás, que en la persecución del pasajero "hebreo" se ha mostrado eficaz y terrible. 

1,11 ¿Qué has hecho?, ¿qué hacemos? Sólo el pasajero hebreo posee un saber superior y puede hacer desistir a su Dios de la persecución. 

1,12 Jonás empieza a ser bueno: toma sobre sí la pena de muerte para que los demás se salven.
1,13 No menos buenos son los marineros: con su esfuerzo pretenden neutralizar la fuga de Jonás sin sacrificar su vida. Pero su intento no está provocado ni dirigido por el Señor. 

1,14 La oración se dirige ahora expresamente al Señor, y en ella se cita una frase de Jeremías a sus jueces (Jr 26,14s); la frase final suena a reminiscencia del Sal 115,3. 

1,15 El mar está casi personificado. Al caer Jonás, se calma instantáneamente, como si hubiera recibido una presa. 

1,16 El verso cierra el primer episodio del relato. La tarea misionera de Jonás, imprevista, ha sido un éxito: el profeta que se embarcó para huir del Señor ha predicado su nombre a unos paganos. Y el narrador redondea el resultado informándonos de una acción cúltica de los marineros; no nos dice si en la nave o una vez llegados a tierra.

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